Conjeturas y cisnes negros

José Angel Bergua

En el sondeo posterior a las últimas elecciones europeas que realizó el CIS, 1 de cada 20 entrevistados que finalmente votaron PP y PSOE confesaron haberlo dudado. En el caso de IU lo hizo el doble. Además, un 26% de los votantes del PP y un 23% del PSOE ocultaron su elección al entrevistador. No se sabe si por miedo o porque se arrepintieron. Si suponemos lo segundo y añadimos las dudas, resulta que los dos grandes partidos, pueden estar atrapados en una nefasta “espiral de silencio” que, en el peor de los casos, podría hacerles perder hasta casi 1/3 de los votos que obtuvieron en las europeas y a IU cerca de 1/6. En cambio, por un efecto bandwagon (pasarse al carro vencedor), el voto a Podemos podría aumentar hasta un 8%. Tal es el porcentaje de entrevistados que no le votó pero confesó haberlo hecho.

Por otro lado, los datos del barómetro de Julio, también del CIS, cruzados con los de las elecciones generales anteriores, desvelan que 8 de cada 10 votos de Podemos le llegaron desde la izquierda y 2 desde la derecha (incluyo a UPyD). También mostraban que IU perdió 1 de cada 4 papeletas a favor de Podemos, aunque obtuvo la misma cantidad del PSOE. En el caso del partido que ahora lidera Pedro Sánchez, de cada 3 votos que perdió, 1 se le fue a la izquierda nacional, medio a la derecha nacional, otro medio a la derecha nacionalista y un cuarto a la izquierda nacionalista. O sea, que mientras por la izquierda perdía casi lo mismo que por la derecha, su perfil nacional dilapidaba el doble que el nacionalista. Esto implica que si en el primer frente tendrá que hacer malabarismos para no desangrarse, en el segundo le bastaría con subrayar el perfil nacional. El problema es que, de ese modo, perderá presencia en Cataluña, su imprescindible granero de votos. Ahí también podrá pescar Podemos pues no tiene problemas con el derecho a decidir.

La comparación del Barómetro de Julio y las Generales también muestra que el nuevo partido recibió votos del 10% que en el 2012 no fue a las urnas por no alcanzar la edad. Este porcentaje es idéntico al obtenido por el PP. Esto hace prever que en la disputa por los nuevos electores va a estar un gran partido, el PP, pero no quien en esto fue su inseparable pareja, el PSOE.

Finalmente, el último barómetro ofrece datos acerca de la parte del continuum izquierda/derecha en el que se ubican los electores. Los datos son contundentes. En general, hasta el 61,1% de los votantes están en la izquierda y en particular el 51,2% prefiere la parte menos extrema. Esto no es novedoso, pues históricamente el centro izquierda siempre ha estado muy nutrido, aunque teniendo sus picos (el 45% en 1989) y valles (el 30% en 1995). Lo relevante es que antes de la crisis, en el 2006, sólo agrupaba al 35,7% de los votantes. Este 30% de aumento del caladero convierte en inevitable el triunfo de los partidos de izquierda. Y por lo visto es improbable que el primero no sea Podemos. De hecho, en intención directa de voto sólo le supera el PP por apenas 0,9 puntos.

Sin embargo, como no ganará o, de hacerlo, no alcanzará la mayoría absoluta, será necesario que lidere un acuerdo. Esto es más fácil que ocurra tras las generales del 2016 que después de las autonómicas y municipales del 2015. La razón es que en este segundo caso Podemos no podrá contar con organización ni cuadros como para competir en condiciones. Además, los pactos posteriores variarán mucho según ciudades y autonomías. También lo dificultará esa reforma de la Ley Electoral que se propone perpetrar el PP para detener el tsunami. En las generales del 2016, en cambio, todo será más simple, pues se vota a un solo programa y casi exclusivamente a un cabeza de lista, en este caso, seguramente, Iglesias, una de las bazas de Podemos.

Es posible que el PSOE no acepte de muy buena gana el papel secundario al que está destinado e incluso que algunos líderes, la presión mediática y el propio PP boicoteen esa opción. Si tal cosa ocurre deberá resignarse a continuar descendiendo. Por lo tanto, todo va a depender de Podemos. En concreto, habrá de dar muestras de que, tal como promete, va a por un orden realmente nuevo. Si no es así, se habrá convertido en otro partido de los que sucumben a la lógica de la política según la conocemos. Muchas ideologías y revoluciones han tratado de torcerla pero nunca lo han logrado. ¿Lo hará Podemos? Por supuesto. Los cisnes también pueden ser negros.

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